Con los estudios de sismicidad podemos conocer dónde se producen los sismos, cuántos sismos ocurren y cuál es su magnitud. Por su parte, la sismotectónica, en conjunto con la tectónica de placas, nos permite conocer las fuerzas que generan los sismos.
Los estudios de la fuente sísmica permiten conocer mejor las características de la ruptura y el deslizamiento que ocurren sobre el plano de falla en el momento que se produce un sismo.
Sirven para cuantificar la magnitud de un sismo y conocer el ambiente tectónico en el cual ocurrió dicho sismo
Los estudios de movimientos fuertes se enfocan a los sismos más grandes y potencialmente dañinos.
Dichos estudios toman en cuenta las características de la fuente sísmica, los efectos de la trayectoria de las ondas sísmicas y las condiciones geológicas locales del sitio afectado por los sismos.
El cómputo de alto rendimiento en sismología nos ha permitido describir detalladamente el campo de ondas sísmicas desde su generación en la fuente, incluyendo los efectos de la trayectoria y también su interacción con estructuras locales.
Esto nos ha llevado a comprender y cuantificar mejor la amenaza sísmica, de manera particular en la cuenca de México. La sismología computacional también se emplea para conocer los mecanismos focales y las características de la fuente sísmica para diferentes sismos en México.
Los estudios de tomografía, funciones de receptor y partición de ondas de corte nos han permitido conocer la geometría de las placas oceánicas de Cocos y Rivera subducidas por debajo de la placa continental de América del Norte, así como su interacción con el flujo del manto.
Los novedosos estudios de ruido sísmico han servido para determinar la estructura de la Tierra sin la necesidad de esperar a que ocurran sismos, ya sean grandes o pequeños. El conocimiento detallado de la estructura es útil para otras ramas de la sismología como los estudios de sismicidad, fuente sísmica, movimientos fuertes y sismología computacional.
Este ha sido empleado para estudiar los desplazamientos producidos por los grandes sismos. Además el uso del GPS nos permitió descubrir la ocurrencia de los sismos lentos en Guerrero y Oaxaca, los cuales producen deslizamientos con duración de hasta 6 meses y se repiten de manera regular.
Una segunda técnica satelital, la interferometría por radar de apertura sintética (InSAR) también permite el estudio de los desplazamientos asociados con los sismos.
Además de los sismos, la tectónica de placas nos permite entender a los volcanes. La actividad volcánica se asocia también con actividad sísmica.
El uso de sismómetros nos permite registrar diferentes tipos de señales producidas por volcanes, como son: eventos de periodo largo, sismos volcano-tectónicos, sismos híbridos, explosiones y tremor volcánico. La sismología volcánica nos permite estudiar con gran detalle la estructura y funcionamiento de los volcanes. Además nos permite vigilar la actividad de volcanes como el Popocatépetl y el Fuego de Colima para prevenirnos ante posibles amenazas.
Para reducir el riesgo asociado con fenómenos naturales es necesario conocer el peligro, o el fenómeno mismo, así como la vulnerabilidad de la población ante el fenómeno. México se encuentra expuesto a la ocurrencia de sismos, erupciones volcánicas, maremotos, huracanes y la inestabilidad de laderas, por nombrar algunos peligros.
Los sismómetros se inventaron a finales del siglo XIX. Por lo tanto la sismicidad histórica recurre a diversas fuentes documentales para conocer acerca de sismos que ocurrieron hace muchos años. De este modo podemos poner dichos eventos en el contexto de nuestros conocimientos actuales.
La sismicidad histórica nos permite saber que en ciertas zonas del país que normalmente no asociamos con sismos, por encontrarse lejos de las orillas de las placas tectónicas, el fenómeno sísmico también ha llegado a ocurrir.
En la zona de subducción de México interactúan la placa continental de América del Norte y las placas oceánicas de Cocos y Rivera. Para comprender mejor estas interacciones es necesario realizar estudios en el Océano Pacífico mexicano y además en el Golfo de México. Los estudios de la batimetría en el fondo del mar nos permiten describir diferentes estructuras como son dorsales, zonas de fractura, fallas transcurrentes, la Trinchera Mesoamericana, cañones submarinos, y la plataforma y talud continentales.
De esta manera podemos comprender el papel que dichas estructuras juegan en la evolución tectónica y geológica del país.